Wilson Saint Anne y María Reyes, sobrevivientes del derrumbe del muro de la 27, narran sus historias

El pasado sábado 18 de noviembre Wilson Saint Anne tenía un mal presentimiento. Aun así, en medio de la lluvia, fue a llevar a su hermano Johnny Saint Anne, desde Baní, al aeropuerto Internacional de Las Américas.

Ambos andaban con sus respectivas esposas. Wilson con Nancy, que al regresar del aeropuerto estaba sentada a su lado en el asiento del copiloto, y Johnny con María Reyes, que, en el viaje de regreso a la ciudad, se situó detrás de su cuñado. Junto a ella, en el mismo asiento, se encontraba Bonheur Donvelier, un amigo de la familia.

Los puestos que ocuparon en el vehículo y el camino que escogieron para regresar, sin que ellos lo supieran, fueron las dos decisiones más importantes de sus vidas. «Cuando yo estaba en el aeropuerto te dije a ti (María) y al señor (Donvelier) vámonos yo no quiero estar aquí, porque yo sentía que algo me iba a pasar», expresó Wilson, quien propuso regresar por el Malecón. Fue Donvelier quien le sugirió tomar la avenida 27 de Febrero.

Durante el trayecto, justo a las 5:18 de la tarde, sintieron un golpe sobre el vehículo. El muro lateral del paso a desnivel de la 27 de Febrero con Máximo Gómez había colapsado aplastándolos.

María cuenta que su cuñado la ayudó a salir por el techo del auto, pero la esposa de este, Nancy, y Donvelier estaban atrapados. «Mi compadre (Donvelier) estaba ahí y yo no pude hacer nada. Había mucha gente mirando desde arriba y grabando, pero no ayudaba», se lamentó.

La asistencia de la Defensa Civil y el Sistema de Emergencia 9-1-1 tardó una hora en llegar, según contaron ambos.

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