Iglesia pide combatir las cinco pandemias que afectan a los pueblos

La Iglesia católica pidió este miércoles a su feligresía contrarrestar las pandemias de la mentira, la violencia, el afán del dinero y el hedonismo que amenazan a los pueblos.

La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) realizó una analogía con la pandemia del covid-19 al afirmar que la pandemia de la mentira, a través de diferentes medios, «bombardea nuestros hogares presentando normas, costumbres y modelos de vida contrarios» a los valores, donde «nuestros niños y jóvenes muchas veces son víctimas de agentes que difunden falsas doctrinas».

Emitió estas consideraciones en la Carta Pastoral «San José, custodio del Redentor y modelo del creyente», emitida a propósito de la celebración este viernes del Día de la Virgen de la Altagracia, «madre protectora y espiritual del pueblo dominicano».

«Necesitamos personas de corazones pacíficos que protejan a nuestras familias», como San José, ante las diversas manifestaciones de la pandemia de la violencia: maltrato a la niñez, burlas y acosos entre alumnos (bullying), vandalismos, peleas callejeras, trata de personas, terrorismo y armamentismo», expuso la CED.

Los obispos explicaron que, en una sociedad marcada por la violencia psicológica, verbal y física hacia la mujer, San José es «modelo de respeto hacia su esposa, la protegió, cuidó de ella y del hijo», y exhortaron a «imitarle en sus virtudes de fe, confianza, amor, entrega, sacrificio, ternura y docilidad».

En otro orden, sobre el afán del dinero como pandemia, los prelados invitaron a los ciudadanos a mantener la unidad de la familia en las situaciones de precariedad, ya que la «respuesta no está en el dinero, sino en el Dios providente», por tanto «la unidad familiar, a imagen de la Trinidad, no debería romperse bajo ningún concepto».

El episcopado reflexionó que la Iglesia está ante una era que requiere de una nueva evangelización que debe ser «nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión», tal como lo indicó San Juan Pablo II.

«El verdadero drama de nuestro siglo es el vacío de Dios en el alma de tantos pueblos y la verdadera pandemia que nos aqueja es la anemia espiritual», se lee en el documento.

La cúpula católica expresó su preocupación porque el país vive «bajo la influencia de una sociedad neopagana, marcada por la cultura de la muerte, que tiene como objetivo la destrucción de la familia».

Efectos de las pandemias

Sobre las cuatro pandemias que amenazan constantemente a la humanidad, los religiosos sostienen que se trata de una lucha sin igual que se desarrolla en el corazón de las personas y de los pueblos.

Para los obispos, la primera pandemia que irrumpe y la más peligrosa es la de la mentira, que se hace pasar como portadora de la verdad y de la luz. “Se presentó en los inicios, delante de nuestros primeros padres y hoy lo hace ante todos los pueblos. Habla como Dios; pero no es dios. Este enemigo utilizando a veces algunos medios de comunicación, bombardea nuestros hogares presentando normas, costumbres y modelos de vida contrario a la Revelación. Nuestros niños y jóvenes muchas veces son víctimas de agentes que difunden falsas doctrinas y una sabiduría enemiga de la Cruz de Cristo”, argumentan.

Con relación a la pandemia de la violencia, la Conferencia del Episcopado establece que su misión consiste en hacer que los hombres se maten unos a otros indiscriminadamente y que desafortunadamente a diario, en algún lugar del planeta se derrama sangre inocente.

“El ser humano, nacido para amar y vivir en paz, ha estado inmerso en el odio, en el terror y en la violencia. Hay una fuerza dentro de él que le lleva a hacer aquello que no quiere, la destrucción del otro, que es su hermano. Este espíritu de violencia, lamentablemente parece que se ha ido adueñando de algunos pueblos”, refieren.

Al abundar sobre la violencia, la jerarquía católica explica que no solo contemplamos las guerras declaradas entre naciones, sino que existen otros conflictos internos y delitos ocultos que a veces son peores que los visibles, como los maltratos que sufre la niñez, burlas y acosos entre alumnos (bullyin); vandalismo, peleas callejeras, trata de personas, terrorismo, armamentismo, cuyo listado, según opinan, no acabaría nunca.

En la Carta Pastoral, al tocar el afán de dinero, como la tercera pandemia, la CED dice que es un símbolo del comercio que rige la vida de los pueblos y que como trasfondo está la idolatría del dinero que se alza como alternativa al Dios único. “Los ilusos piensan que quien más bienes consiga, más asegurada tiene la supervivencia en este mundo. La vida humana se convierte para ellos en un inmenso mercado donde cada uno intenta, compitiendo, atesorar el máximo de riquezas”.

Mientras, al calificar el hedonismo, como la cuarta pandemia, los obispos resaltan que arrastra a gran parte de la humanidad a los falsos paraísos terrenales (del alcohol, drogas, sexo, dinero fácil…) que en vez de felicidad producen mucho dolor y esclavitud.

“Abundan cantidad de doctrinas reduccionistas que aseveran que el hombre es solo materia. Negando la existencia del alma, sólo queda en su horizonte la burda satisfacción de los apetitos carnales. Según ellas, no existen normas externas por las que uno deba regirse”, concluyen los obispos.

Reflexión final

En su reflexión final, en la Carta Pastoral el Episcopado dominicano destaca la figura de San José, esposo de la Virgen, padre de Jesús y modelo de hombre obediente y fiel al plan de Dios.

“En este tiempo especial que nos está tocando vivir, dirigir nuestra mirada hacia San José nos alienta y conforta. En él encontramos el aliciente que nos impulsa y sostiene en nuestras luchas cotidianas. Nadie como él supo atravesar momentos difíciles: el incomprensible embarazo de su prometida”, puntualizan.

Valoran a San José como modelo de respeto hacia su esposa, porque la protegió, cuidó de ella y del hijo, y le acompañó afanoso en la búsqueda del niño perdido.

Sobre la Carta Pastoral

Es uno de los documentos oficiales de la CED, donde los obispos se dirigen especialmente a la feligresía católica, tocando un tema doctrinal, catequético, pastoral y teológico. Su publicación se realiza en ocasión de la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano, celebrada cada 21 de enero.

El tema de este año surge a propósito del Año de San José que concluyó el 8 de diciembre de 2021, proclamado por el papa Francisco en la conmemoración del 150 aniversario de la declaración de San José como patrono de la Iglesia Universal, y en el contexto de la celebración de los 100 años de la coronación canónica de la Virgen de la Altagracia.

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